GRUPO 13 LA
BIOQUÍMICA DEL AMOR
¿Por qué
encontramos atractivas a determinadas personas, cómo nuestros cuerpos ansían
enamorarse, por qué al amor se le puede considerar casi una droga?
La química del amor es una expresión acertada.
En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad y hay química
(hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una
pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena
parte de los signos del enamoramiento.
Aunque nos atraen las personas
con rasgos similares a los nuestros tendemos a elegir el olor de aquellas que
tienen un sistema inmunológico muy distinto y por un lado es una suerte porque
evita que nos enamoremos de nuestras familias. Nuestra biología nos guía para
encontrar un compromiso entre la igualdad y la diferencia y siempre encontramos
un equilibrio perfecto, no solo cuando elegimos las caras y los olores. La
llamada teoría de la correspondencia puede resumirse en la frase: “cada cual
busca la pareja que cree merecer”. Parece ser que antes de que una persona se
fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos
cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de
otra, además incluso influye el tipo sanguíneo, provoca atracción con las
personas del mismo tipo y no de las demás.
¿La biología guía nuestra vida
amorosa?
El sistema límbico del cerebro
libera una hormona especial llamada oxitocina. Esto sucede en una parte del
cerebro en la que sentimos el placer emocional. La oxitocina hace que la pareja
se sienta más vinculada y cercana emocionalmente, pero también existen algunas
diferencias entre el cuerpo del hombre y el de la mujer. Algunos científicos
creen que cuando la oxitocina se combina con una determinada hormono femenina,
los estrógenos, la mujer se siente muy cariñosa y conservadora. Pero cuando la
oxitocina se mezcla con una hormona masculina, la testosterona, puede
provocarle al hombre una necesidad incontenible de dormir.
La hormona oxitocina ayuda a
forjar lazos permanentes entre los amantes tras la primera oleada de emoción.
La hormona actúa “cambiando las conexiones” de los miles de millones de
circuitos cerebrales. Al explicar como se enamora el cerebro la oxitocina ayuda
a afianzar el vínculo entre una madre y su bebé, y se produce tanto en un beso
como en un parto.
Mientras que el instinto de
reproducirnos nos hace sentir la pasión del amor, en el caso contrario cuando
lo perdemos, podemos acabar sintiéndonos deprimidos. Cuando estamos enamorados
o locos por alguien…. el coctel químico del organismo puede hacernos perder la
razón, pero ¿por qué?.
Produciendo nuestras propias
drogas
El cerebro, movido por las
emociones produce sustancias químicas que hacen que la persona eleve su
autoestima, experimente sensación de euforia, se sienta animada, alegre y
vigorosa, sin necesidad de tomar, inyectarse o fumar nada.
Estas sustancias que produce
el cerebro, denominadas hormonas que bien podrían llamarse “drogas de la
felicidad”, algunas son:
Ø La oxitocina: que se producen cuando existe
un amor pasional.
Ø La dopamina: que es la droga del amor y la
ternura.
Ø La fenilalanina: que genera entusiasmo y amor
por la vida.
Ø La endorfina: que es un transmisor de energía
y equilibra las emociones, el sentimiento de plenitud y la depresión.
¿Cuándo y como se crean estas
drogas internas?
Se han realizado
descubrimientos como estos:
Cuando una mujer va a dar a
luz, se vuelve altamente dopamínica; es decir, genera una cantidad enorme de
dopamina (la droga del amor y la ternura).
Al estar enamorados, la
dopamina aumenta siete mil veces su cantidad,
acompañada de la oxitocina, responsable de la pasión sexual y de la
fenilalanina, responsable del entusiasmo, bloqueando la lógica y la razón.
En los recién casados se
produce una gran cantidad de oxitocina que es responsable del amor pasional.
Por eso ellos irradian felicidad, se sientes plenos, alegres y motivados.
Como vemos, la felicidad no es
algo vago ni impreciso, ni una sensación
nebulosa: es el efecto de un flujo correcto de sustancias químicas que
proporcionan al ser humano su equilibrio físico y síquico. Así, la felicidad se
puede incrementar por medio de las siguientes actitudes o actividades, todas
productoras de estas drogas internas:
Amar y disfrutar
apasionadamente lo que hacemos. Tener relaciones con personas que nos motivan y
enriquecen nuestra fuerza vital.
Tener una autoestima positiva
y un sentido del valor personal. Trabajar y lograr pequeñas o grandes metas.
Descansar y dormir profundamente, manejar adecuadamente el estrés. Hacer
ejercicio regularmente. Recordar los momentos felices de nuestra vida, ya que
en estos momentos la mente no distingue entre lo real y lo imaginario.
El secreto está dentro de
nosotros. Sentirnos felices es, en parte, una cuestión de actitud hacia la
vida.
Un estudio explica por qué el
amor el ciego
En un reciente estudio de la Universidad
College de Londres, se dedicaron a captar imágenes de cerebros enamorados. Ya
hace tiempo que la ciencia a descubierto que ante la visión del ser amado se
activan determinadas ondas del cerebro, entre ellas el cortéx anterior
cingulado, que también responde al estímulo de drogas sintéticas produciendo
sensaciones de euforia; pero lo sorprendente del nuevo estudio es que además
las áreas encargadas de realizar juicios sociales y por tanto de someter al
prójimo a valoración se activan. Ante nuestro amor, nos volvemos “ciegos”.
Hasta ahora se sabe, por
ejemplo, que la feniletilamina (FEA), una anfetamina que segrega el cuerpo
humano es una de las principales sustancias implicadas en el enamoramiento.
Este compuesto activa la secreción de dopamina un neurotransmisor implicado en
las sensaciones del deseo y que nos hace repetir lo que nos proporcione Cuando
termina la pasión
EPero la síntesis de FEA no puede prolongarse
durante mucho tiempo, entre otras cosas porque moriríamos de cansancio y tras
dos o tres años sus efectos desaparecen, sin apenas dejar rastro. Es entonces
cuando nos enfrentamos a la tremenda realidad y sobrevienen los defectos que
antes no vimos. Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los
efectos de estas sustancias y toda locura de la pasión se desaparece
gradualmente, la fase de atracción no
dura para siempre. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz.
Dicho estado está asociado a otra ducha química. En este caso son las
endorfinas (compuestos químicos naturales de estructura similar a la morfina) los que confieren la sensación de
seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al
perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.
El amor es un proceso muy
complejo que activa mecanismos bioquímicos y endocrinos relacionados con el
placer, la atracción sexual, la confianza y la intimidad emocional. Pero, en
sus habituales claroscuros, también produce ansiedad, obsesión y depresión.
Y aunque acelere los latidos,
no es un asunto del corazón, porque en realidad todo lo que tiene que ver con él
sucede en el cerebro.
Desde la biología, existen dos
tipos de amor, el romántico (o de pareja) y el filial (maternal o paternal),
ambos ligados a la perpetuación y la supervivencia de nuestra especie, explica
Ignacio Camacho Arroyo , investigador de la Facultad de Química de la UNAM.
Las etapas del amor
En el caso del amor de pareja,
pasa por tres etapas, definidas por el inicio, avance y establecimiento de la
relación, y sustentadas en diferentes matices bioquímicos:
La primera tiene que ver con
el enamoramiento, en el que ocurren cambios fisiológicos fuertes, un estado de
ánimo alegre, estimulante, y una percepción diferente de la realidad, que hace
ver al ser amado como perfecto. "Se modifica la producción de varias
hormonas, como el cortisol, ligado al estrés, y que aumenta en esta fase
inicial. En los hombres disminuye la producción de testosterona, hormona sexual
masculina cuya reducción los mantiene tranquilos, pero aumenta en las mujeres y
las vuelve más alertas e incluso agresivas", indica el especialista en
neuroendocrinología.
La segunda etapa es el amor
pasional o estable, en la que se reducen estrés y ansiedad, y aumentan
emociones ligadas a la seguridad y el bienestar, así como el conocimiento de la
pareja. "La relación sexual estrecha algunos circuitos neuronales y se
establece la intimidad emocional, con factores psicológicos relevantes y el
aumento de hormonas como la oxitocina y la vasopresina, que se secretan después
del coito y refuerzan el vínculo emocional", detalla el investigador.
En el establecimiento y
mantenimiento de los lazos afectivos entre dos individuos también participan
neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, y opiáceos endógenos
(moléculas producidas por el organismo asociadas al placer y la disminución del
dolor) como las endorfinas y encefalinas.
La serotonina, dopamina y las
encefalinas contribuyen en la generación y reforzamiento de ls emociones
amorosas, al actuar en las estructuras cerebrales relacionadas con el placer y
las sensaciones de recompensa. "La vasopresina y oxitocina también son
importantes en el amor filial; ambas intervienen en el despliegue de conductas
sociales, importantes en ambos tipos de amor. La oxitocina es esencial para el
trabajo de parto y la lactancia, e induce a las madres a cuidar a sus
crías", detalla el científico.
La tercera etapa es el amor de
compañía, un sentimiento intenso y duradero que se incrementa con la
comunicación y el aprendizaje, tanto de la otra persona como de la vida en
pareja. "En esta fase algunos estímulos bioquímicos dejan de ser novedosos
y se establecen pautas conductuales que ya no despiertan el interés y la
motivación iniciales. Por eso se dice que el secreto está en variar actividades
y
conductas que se presentan en
una relación", destaca el profesor universitario.
"Psicólogos han
descubierto que entre los ingredientes que dan mayor solidez a una relación
están la comunicación, la confianza, el compromiso, la intimidad y el apoyo en
momentos desfavorables, así como ponderar aspectos positivos y celebrar buenas
noticias", puntualiza. Fuente: UNAM
LA QUÍMICA DE LAS EMOCIONES
La molécula del amor -
Bailando con la más FEA
En este artículo también vamos
a tratar de sustancias químicas, pero con un significado
bastante diferente al
contenido de artículos anteriores, en aquellos hablábamos de moléculas
artificiales (plaguicidas y
contaminantes) y aquí vamos a referirnos a algunas bio-moléculas, a
compuestos químicos de
nuestras células, que abundan en el organismo y que nos acompañan a
lo largo de nuestra vida, con
sus avatares y sus emociones. Vamos a tratar de la química de las
emociones, de los compuestos
que intervienen en las sensaciones relacionadas con ellas y,
como emociones sentimos
muchas, y de todas a la vez no se puede hablar, pues para empezar
“hablemos del amor”, que no es
mal tema. Lo ilustraré con copias de algunas pinturas
alegóricas al caso, de las que
emocionan y se acompañan de gran colorido; disculpad el blanco
y negro.
¿Por qué nos enamoramos de una
determinada persona y no de otra? Qué le pasa a la química
de nuestros sistemas y tejidos
cuando nos ocurre algo, tan sencillo como maravilloso, que suele
sucedernos a todos alguna vez
en la vida: ¡Enamorarnos! Los poetas nos han deleitado
cantando al más maravilloso de
los sentimientos desde todos los ángulos, con palabras
bellísimas y con infinitos
matices, pero los bioquímicos también tenemos cosas que decir al
respecto, quizás menos
seductoras, pero no por ello menos importantes y realistas.
La química del amor es una
expresión acertada para intentar explicar, desde el punto de vista
biológico, las reacciones
químicas que subyacen y motivan el mundo de sensaciones que se
desencadena en nuestro cuerpo
cuando nos enamoramos, aunque para los más románticos
sea difícil de aceptar una
explicación bioquímica del amor. En la cascada de
reacciones que ocasionan las
emociones hay electricidad - descargas de pequeño voltaje entre
las neuronas para comunicarse
entre ellas y comunicar unos sistemas con otros y así
coordinar las respuestas a los
estímulos- y hay química -hormonas y otras sustancias que salen
de los nervios y de las
glándulas, y viajan por la sangre para participar en esa comunicación
entre los órganos y las
células-. Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra
vida y ellas son las que causan buena parte de los comportamientos que
identificamos
con el estado de
enamoramiento. EL BESO de Gustav Klimt (1907)
Los síntomas del
enamoramiento, que muchas personas hemos percibido alguna vez -si hemos
sido afortunados-, son el
resultado de complejas reacciones químicas en el organismo, que nos
hacen sentir aproximadamente
lo mismo a todos, aunque a nuestro amor lo sintamos como
único en el mundo. Si alguien
nos gusta mucho, cuando hablamos con él o ella nuestras
rodillas flaquean, sentimos
mariposas en el estómago y apenas podemos balbucear algunas
frases incoherentes, si
dormimos poco y pensamos constantemente en el o ella, todos nuestros
amigos nos dirán que estamos
enamorados. ¿Qué pasa, pues, cuando encontramos a la persona
deseada? Se dispara la señal
de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. De
acuerdo a algunos
investigadores, el amor equivale a una sobredosis hormonal, que es la que
dispara las reacciones
visibles y las sensaciones percibidas. En el principio fue el deseo
A través del sistema nervioso,
el hipotálamo – una glándula pequeñita en la base del cerebro -
envía mensajes a diferentes
sistemas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que
aumenten inmediatamente la
producción de adrenalina y noradrenalina – compuestos
transmisores que comunican
entre sí a las células nerviosas y a éstas con otros órganos - . La
adrenalina incrementa la
presión sanguínea, acelera el ritmo cardíaco (130 pulsaciones por
minuto) y hace que respiremos
más pesadamente. La alta presión sanguínea provoca el síntoma
de las palmas sudorosas y de
los rubores de las primeras etapas del enamoramiento, mientras
que la respiración más
profunda lleva a oxigenar más el cuerpo, dándole más energía y
provocando a veces una
“sobredosis de oxígeno”, uno de esos momentos donde nos sentimos
flotar. ¿O era eso lo que
llamábamos estar enamorados?
La existencia elevada de
noradrenalina en el cuerpo provoca excitación sexual y una
elevación del humor y hace que
nos sintamos seguros y a gusto cuando compartimos
momentos con la persona que
consideramos especial. El deseo sexual responde
primordialmente a la
testosterona, la hormona “masculina”. Esta hormona es de vital
importancia tanto en los
hombres como en las mujeres, pues los niveles altos de esta hormona
van de la mano con la pulsión
sexual. El cuerpo produce testosterona si nuestra mente conecta
con la de otro en la sintonía
del amor.
Los padecimientos y goces del
amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de
nudos y filamentos que
llamamos sistema nervioso autónomo. En ese sistema, todo es impulso
y oleaje químico. Aquí se asientan
los orígenes de un montón de emociones: el miedo, el
orgullo, los celos, el ardor
y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios
microscópicos, los impulsos se
transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas
sudoríparas del cuerpo. El
organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco
vibrante de nudos y cuerdas.
Las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: ¡constricción!,
¡dilatación!, ¡secreción!, …
Todo es urgente, efervescente, impelente... Aquí apenas manda el
intelecto, ni la fuerza de
voluntad. Es el reino del “siento, luego existo”, de las atracciones y
repulsiones primarias..., es
el territorio donde la razón es una intrusa.
Bailando con la más FEA
Todos estos procesos
hormonales que modulan el comportamiento humano en sus relaciones
amorosas y sexuales se han ido
estudiando con el desarrollo de la Fisiología, primero, y de la
Bioquímica, después, a lo
largo del siglo XX. Sin embargo, hace apenas 25 años que se planteó
el estudio del amor como un
proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las
neuronas y de allí al sistema
endocrino – ya se han descrito antes algunos procesos hormonales
relacionados -, dando lugar a
respuestas fisiológicas intensas. El verdadero enamoramiento
parece ser que sobreviene
cuando se produce en el cerebro
una molécula orgánica, la
Fenil-Etil-Amina (FEA). Ese
estado de felicidad y euforia
que manifiesta el enamorado
está provocado por la
mencionada molécula. Entre las
muchas publicaciones
relacionadas, se puede mencionar la
obra “The Chemistry of Love” de Michael R.
Leibovitz,
psiquiatra de la universidad
de Columbia, publicada en 1983, donde además de otros datos, se
propone el efecto afrodisiaco
del chocolate en función de su elevado contenido en FEA.
Comúnmente conocida como la
“molécula del amor”, la FEA es un estimulante natural, similar
a una anfetamina y se propone
que a ella se debe la excitación que sienten las personas
enamoradas. La teoría que
esgrimen los científicos afirma que la producción de feniletilamina
feniletilaminaen el cerebro
puede ser disparada por cosas tan básicas como una profunda mirada a los ojos o
un simple rozar de manos. Las
sensaciones más embriagadoras, al igual que el rubor, la
transpiración excesiva en la
palma de las manos, el pulso acelerado y la respiración agitada son
explicadas clínicamente como
un caso de sobredosis de FEA. No es una explicación muy
romántica, ¿cierto? Pero eso
no es todo: los investigadores han agrupado las sensaciones de la
relación amorosa en tres
etapas: deseo, atracción y afecto; y en todas ellas intervienen factores
químicos de manera muy
decisiva, aunque no queramos excluir a la magia del amor.
La secreción de FEA inicia una
cadena de reacciones en el cerebro. El efecto primario de la
FEA es estimular la secreción
de dopamina, un compuesto neurotransmisor que tiene el efecto
de hacernos sentir bien,
relajados, y es el responsable de los mecanismos de refuerzo del
cerebro. La dopamina afecta
los procesos cerebrales que controlan el movimiento, la respuesta
emocional y la capacidad de
desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona
placer. La secreción de
dopamina, estimulada por la FEA, induce un proceso de aprendizaje
positivo en el cerebro, que es
el responsable último de transformar lo que era un simple deseo
con fines sexuales en algo
mucho más profundo, la atracción mutua. La dopamina refuerza el
impulso que repite el estímulo
y así nacen las relaciones entre dos enamorados. Asimismo se
estimula la producción de
oxitocina, a la que también se conoce comúnmente como “la
hormona de los mimos”. Esta
hormona, además de estimular las contracciones uterinas para el
parto y provocar la secreción
de la leche, parece ser un mensajero químico en el deseo sexual.
Estos compuestos combinados
hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo
el amor y noches enteras
conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.
Cuando pasa el terremoto, se
imponen los lazos afectivos
La oxitocina, entonces, puede
ser la responsable del último estadio del amor: el nacimiento de los lazos
afectivos en una pareja. Se sabe que esta hormona es liberada por el cuerpo
principalmente durante los momentos del parto y del amamantamiento de los
recién nacidos. Al ser estimulados
sus receptores por la
oxitocina se dispara la contracción del músculo uterino para que éste pueda
cumplir con susfunciones y no sólo en el trabajo del parto. Los efectos de la
oxitocina no se limitan a las
mujeres; en los hombres, bajasconcentraciones de esta sustancia colaboran en
las funciones propias de su órgano sexual. Por otra parte, la
oxitocina promueve las
conductas maternales, que son la razón por la que nos mantenemos unidos a
nuestra pareja después de que los signos de las primeras etapas del enamoramiento
ya no sean tan evidentes.
LAS TRES EDADES DE LA VIDA
de Gustav Klimt (1905)
La elevada concentración de
esta hormona tiene efectos no deseados, pues puede llegar a
inhibir la actividad sexual, y
esto es lo que sucede en los períodos en los que los hombres no
pueden recobrar la excitación
sexual, en buena medida debido a las grandes cantidades de
oxitocina que ingresan a su
torrente sanguíneo. Como último efecto a mencionar, la oxitocina
puede también inducir el sueño
cuando se encuentra acompañada de otra hormona, la
vasopresina. Ésta también es
conocida como la “hormona monogámica”, debido a que se
encuentra en grandes
cantidades en todos los animales de comportamiento monogámico.
Quizás dentro de poco las
compañías farmacéuticas nos b rinden una nueva solución para los
maridos o las esposas
infieles: vasopresina en grageas. Cabe esperar que ni siquiera así, se
consiga disminuir o
desencantar la magia del amor.